Desde 1982 cuando la economía ecuatoriana fue sacudida por la crisis de la deuda y el derrumbe de los precios del petróleo, un elemento clave ha aparecido repetidamente en casi todas las iniciativas de política económica: la necesidad de una nueva estrategia de crecimiento. Crónicas crisis de balanza de pagos, así como la presión de acreedores y organismos financieros internacionales, pusieron fin a lo que quedaba del esquema de industrialización por sustitución de importaciones, e impulsaron un cambio en el patrón de crecimiento hacia uno basado en la exportación.
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