En 2005, como en años precedentes, los gastos militares en el mundo continuaron aumentando en una espiral ascendente que parece no tener fin, luego de que en los 1990 habían experimentado una disminución debida a la desaparición de la Unión Soviética y a la reducción del gasto militar estadounidense durante el gobierno de William Clinton. Sudamérica es parte de esta tendencia. Varios de sus países están embarcados en una incipiente carrera armamentista. Aunque modesta en términos globales, la carrera armentista en Sudamérica dilapida recursos destinables a la justicia social y al desarrollo económico, y además está generando tensiones entre varios países, particularmente entre Chile y Perú (y secundariamente Bolivia), entre Perú y Ecuador, y entre Colombia y Venezuela.
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