Durante los últimos 20 años la violencia se ha convertido en uno de los temas más relevantes de América Latina, debido a que, por un lado, se incrementó: la tasa de homicidio promedio para América Latina pasó de 12 por cien mil en 1990 a 24.6 en 2012 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), y a que, por otro lado, la violencia cambió: se urbanizó, se modernizó y se pluralizó. Los resultados de este proceso de transformación y crecimiento de la violencia han sido devastadores. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, 135 mil personas fueron asesinadas en 2015, y esa violencia y su costo llegaron a unos 120 mil millones de dólares al año (200 por habitante) (Agencia de Noticias Ecuador, 2016). Si estos datos se ponderan para los 20 años la tragedia es descomunal.
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