“En su artículo "Alternativas políticas en América Latina", escrito en 1971, Cardoso recordaba que en América Latina la democracia había sido normalmente efímera e inestable. Habría que agregar que muchas veces ha sido un remedo, más bien ostentoso que sutil. Basta recordar las cuidadosas y bizantinas imitaciones del orden representativo con que se rodeaban caudillos de látigo y espada como Trujillo, Somoza y hoy todavía el perenne Stroessner. Sin embargo, en ciertos momentos históricos hubo razones para ser optimista. A fines de la década del 50, como presagio de los nuevos vientos que pronto iban a soplar en la política norteamericana, se derrumbaron una serie de dictadores, quienes, como el patriarca de García Márquez. Parecían sólidos por fuera pero estaban corroídos por dentro. Entre 1956 y 1961 Batista, Odría, Pérez Jiménez. Rojas Pinilla y Trujillo desaparecieron del escenario político, de diferentes formas y con distintas suertes.”
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