La asonada del 30 de septiembre en Ecuador, con la policía sublevada
y el presidente retenido durante horas, abrió un interesante debate:
¿se trató de un simple motín policial gatillado por cuestiones salariales,
desorganizado y sin conducción? ¿O fue un golpe de Estado orientado
a deponer a Rafael Correa y neutralizar el proceso de «revolución
ciudadana»? El artículo analiza en detalle los acontecimientos,
el rol de los diferentes actores y sus intereses, y plantea algunos temas
de fondo que ayudan a entender mejor la situación, como el
malestar de la policía, el estilo de gestión de Correa y la desconexión
entre el Ejecutivo y buena parte de las organizaciones sociales.
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