Si en 1982, el 49% de la población ecuatoriana vivía en ciudades, en 2007, la concentración urbana está sobre el 65%, lo que concuerda con la tendencia universal de la urbanización. Estos datos muestran la conversión del Ecuador en un país urbano, el despoblamiento del campo (solo queda el 35% de la población total del país) y la reducción de las tasas de urbanización (las ciudades crecen menos). Es evidente también la culminación del ciclo de la migración del campo a la ciudad y la apertura a la emigración internacional, que permite establecer nuevas dinámicas de relaciones interurbanas, sustentadas en remesas económicas, e inéditas formas de articulación comunicativa.
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